sábado, 30 de agosto de 2008

La Resurrección de la Mujer Salvaje

La lectura de este texto me ha recordado que no hay tanta diferencia entre las propuestas espirituales de las escuelas de oriente y nuestra forma de vivir la fe y la oración.

La primera frase que me gustaría destacar es: "el exceso de intelectualización puede desdibujar las pautas de la naturaleza instintiva de las mujeres”. Hay una teóloga coreana (Chung Kyun Kyung) que habla precisamente de esto. En su libro Introducción a la Teología Feminista Asiática, hace un completo análisis crítico de la Teología Teórica, que nada tiene que ver con la vida cotidiana de las mujeres. Ella defiende el mensaje vivo y actual que la biblia, recibida y re-leida desde la propia experiencia de vida, puede dar respuestas útiles a las mujeres de hoy. En el capítulo titulado “Una Metodología nueva”, desarrolla con todo detalle este argumento y me ha venido a colación a partir de la lectura de este relato de la mujer salvaje.

¡Cuantas veces me he sentido “defraudada”! al acercarme al mensaje de mujeres especializadas en temas teológicos y espirituales, y he necesitado cerrar estos libros por sentirme lejana, ignorante y triste, a no ser capaz de saber qué me quieren decir. Aun a sabiendas que su sabiduría y experiencia es máxima, pero imposibles de comprender. Desde entonces me propuse estudiar con todas mis fuerzas para ser capaz de comprender y luego “traducir” todo lo aprendido a las mujeres como yo.

Me entusiasma la idea de la que habla la autora, de aquellas herramientas útiles para poder llegar hasta esa naturaleza nuestra instintiva. Nos habla de las artes, la pintura, los cuentos, el teatro, la danza… todas aquellas disciplinas que en el algún momento de nuestra cultura occidental y sabia, fueron desechadas por ser menos serias, menos responsable. Una perdida de tiempo, que no podía convertirse en un profesión respetable. El teatro y la creación de relatos son mis pasiones, y ahora me reafirmo en la idea de seguir empleándolos, pero esta vez, desde otra óptica. Como herramientas de espiritualidad. Ya venía empleándolas como medio para el mejoramiento personal con los grupos de mujeres con los que trabajo habitualmente.

Me ha resultado sorprendente y curiosa la división de circuitos del oído, que nos permite oir determinadas informaciones: Las conversaciones mundanas, los conocimientos fundamentales y los consejos vitales para nuestra supervivencia.

Esta última información es captada por el oído del alma. Aquel que deberíamos emplear y desarrollar si deseamos acceder a nuestra yo interior.

Me ha impresionado mucho la leyenda de la “huesera”, cuya única tarea consiste en viajar por todos los lugares del mundo en busca de huesos. Huesos de lobo. Cuando posee todo el esqueleto completo, canta sobre ellos, y éstos recobran vida. Y este espíritu de lobo resucitado, adquiere la apariencia final de mujer.

Y el modo en que describe lo que significa “cantar”. Es utilizar la voz del alma. Me vienen a la memoria, las canciones de cuna de las mamas que con sus voces tratan de acallar la intranquilidad de los pequeños. Desde el principio de nuestras vidas, la canción de personas cercanas nos ha rodeado. Cantar es “decir la verdad acerca del propio poder”…”infundir alma a lo que está enfermo o necesita recuperarse”.

La leyenda sigue dándonos claves para el autoconocimiento. “Todas iniciamos nuestra andadura como un saco de huesos perdido en algún lugar del desierto, un esqueleto desmontado oculto bajo la arena. Nuestra misión es recuperar las distintas piezas...Hay que buscar mucho…La Loba nos enseña lo que tenemos que buscar, la fuerza indestructible de la vida de los huesos” Hechos de un material muy difícil de destruir, ni si quiere con fuego.

Continúa la autora con otras leyendas populares del lugar donde reside, el desierto cercano a Méjico. Allí se habla del arquetipo de la vieja, La Que Sabe. De ella han nacido las mujeres. De una grieta de la planta de su pie. El miembro del cuerpo que todo lo siente. De ahí que las mujeres tengan tanta sabiduría. Todas las mujeres, poseen algo de esta (La Que Sabe), que la ha creado. Todo ello me recuerda a aquellos postulados de nuestra fe, a partir de la cual, creemos que somos reflejos de nuestro Creador. Que podemos llegar a conocerle y amarle porque dentro de nosotros hay algo de EL. Como el castillo de cristal del que nos habla la Santa. Con muchas moradas. Y en el centro, en la más principal de ella, está nuestro Dios. Recuerdo tambien en estos argumentos, los artículos de algunas autoras y teólogas que hablan del Dios-mujer, y que para nada supone para mí un conflicto espiritual.

Después nos advierte del peligro de acceder a este rincón nuestro de conocimiento, sin la suficiente preparación y humildad. Porque en este lugar (ese Rio bajo el rio, lugar en el que se encuentra toda la sabiduría, y nuestras raices más profundas de anhelo de Dios, de búsqueda de la verdad y de sentido, nos encontramos con una aparente delicia que nos cautiva, y nos puede hacer olvidarnos de la realidad en la que vivimos. Mucho menos atractiva. Pero esta tierra de conocimiento, es un paso para luego, renovadas, volver a nuestra vida diaria fortalecidas y llenas. Nos lo muestra con la leyenda de los Cuatro Rabinos.

Me recuerdan estas palabras a aquellos momentos de retiro, o ejercicios, en los que nos apetece quedarnos eternamente en estos lugares. Ajenos a toda preocupación, estrés, dificultades…Estos momentos, son reales e intensos. Pero nos debe servir de fortalecedor para nuestra vida diaria. No de evasión. Y luego tras…”encontrar el camino de lo que Jung llama obligación moral de vivir y manifestar lo que uno ha aprendido en el descenso y el ascenso al Yo salvaje”.Esta obligación moral consiste un vivir aquello que percibimos.”

“Nuestra tarea es mostrar qué se nos ha infundido en esta tierra de conocimiento. Y luego, mostrarlo, repartirlo y cantarlo”. Estas palabras me inspiran de la misma manera mi obligación como mujer creyente en el Evangelio y conocedora de lo intenso que puede llegar a ser el amor del Señor al ser humano.

La autora contempla un paralelismo entre el arquetipo de la loba y otros mitos universales de la resurrección. Símbolos al fin y al cabo de nacimiento de vida, a partir de algo inerte. Nuestra tarea – nos dice- será conjugar aquellos aspectos muertos que existen en nuestra vida y re-crearlos.

La Diosa de la vida, también es Diosa de la muerte. De la misma forma que se nos advierte en los Evangelios, que “el trigo debe morir primero, para poder convertirse en alimento”, se hace necesario eliminar de nosotras aquellos aspectos muertos. Debemos decidir, qué cosa de nosotras debe morir y qué cosa debe vivir. Esas decisiones no siempre serán fáciles ni exentas de dolor. Prosigue la autora diciendo que en todas las almas hace falta un arreglo. Algo que se desprende…que se desconcha…que se despinta…Y es en nuestro interior, donde reside esa vieja huesera que recoge nuestros huesos rotos y muertos. Huesos del alma de ese yo salvaje, (a veces desorientado por los ruidos del exterior), …Nuestra misión, es desempeñar esa misma tarea de la vieja huesera, que recoge lo muerto, se sienta junto al fuego con ellos, y decide qué canción cantar para a través de su canto, recobren la vida.

Este capítulo puede ser una buena lectura de introducción a algunos ejercicios o periodos de encuentro con el Señor, en el que nos pongamos frente a El, y tratemos en su presencia de ahondar en nuestras profundidades. Recuero también unas palabras de Victoria Mollins y Mercé Basté en un folleto escrito hace algunos años, que trataba sobre “El Camino Teresiano” y concretamente desarrollaba unos postulados sobre el modo de ser laico/a teresiano/a en el mundo de hoy. En un apartado dedicado exclusivamente a la oración y a la importancia del encuentro con Él, las autoras nos recuerdan “Este es el camino de la oración. Es la primera gran opción que hemos de hacer. Yo os invitaría a hacer esta opción con ilusión y sin desánimo, porque os digo con sinceridad, en vuestro interior podéis encontrar cosas maravillosas” y me acojo igualmente, ahora a las palabras leídas hace unos instantes en el Boletin stj de Agosto, en el que en su pg. 5, se nos recomienda a: “Remar mar adentro”, que nos es otra cosa que ahondar, mojarse en nuestro interior, complicarse la vida aún más, a sabiendas que corremos el riesgo de no saber qué vamos a encontrarnos en estas profundidades de nuestro abismo. Y continua el boletín algunas paginas más adelante….para luego, volver a salir a la superficie y mostrar toda aquellos que hemos sentido y experimentado, porque es en la vida cotidiana, donde “nos jugamos la calidad evangélica de nuestro seguimiento de Jesús”.

Gracias por crear este espacio de encuentro. Un abrazo fuerte desde Sevilla. MJ Rosillo. Agosto 2008.

2 comentarios:

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Hola Mª José: me encantó la profundidad de tus comentarios. Resuenan en mi muchas de tus palabras, quisiera destacar el significado que le das al sentido interior del OIDO, ese que nos permite bajar a las profundidades de nuestro ser, escucharnos, aprender y luego ascender nuevamente para CANTAR esa experiencia.

Gracias por tu aporte.

Lina María Vásquez R. dijo...

Hola Ma. José.

Me gustó mucho leer tus ideas y las asociaciones que haces. Me encanta cuando hablas del arte, la música… como herramientas de espiritualidad; suelo darme golpes de pecho porque antes cantaba y tocaba guitarra, pero nunca encontré en este tipo de arte una herramienta de encuentro conmigo misma o para “infundir alma a lo que está enfermo o necesita recuperarse”. Ahora quisiera que mi hija, que desde sus 5 años (ahora tiene 12) se está cultivando en la música, lograra ver un poco de esto para que le conceda el valor que realmente puede merecer para su vida.

También destacas con varias expresiones la idea de Jung que nos llama a la obligación moral de vivir y manifestar lo que uno ha aprendido en el descenso y el ascenso al Yo salvaje”. Cuando hice mi lectura del texto inmediatamente pensaba en ese “no hay oración que no deje dejos” de nuestra Santa. Desde nuestro carisma es una bella forma de expresar esta idea de la psicología ¿verdad?. Ser, actuar, pensar... vivir desde y con la riqueza que posees como el más bello regalo de Dios para ser donado a los demás.

Muchas gracias por tus aportes.