sábado, 29 de noviembre de 2008

CAPÍTULO 3. EL RASTREO DE LOS HECHOS: LA RECUPERACIÓN DE LA INTUICIÓN COMO INICIACIÓN

La muñeca en el bolsillo: Vasalisa la Sabia (Teresa del Pilar)
Como veremos en el cuento, un carácter necesario que toda mujer ha de poseer es la pasión. Pasión en las palabras, en las ideas... Ustedes me dirán si me estoy extralimitando en ellas...

“Vasalisa la sabia” es un cuento ruso que narra las pruebas que la niña Vasalisa tiene que llevar acabo, en el encuentro con la bruja, “Baba Yagá”, para alcanzar un nivel de desarrollo superior desde lo femenino. He aquí un extracto de las ideas básicas.

Antes de morir, la madre de Vasalisa, junto con su bendición, le regala a la niña una muñeca, a fin de que recurra a ella si alguna vez se extravía o necesita ayuda. Las indicaciones eran que debía guardarla, no hablarle a nadie de ella y darle de comer. Con el tiempo, el padre se casó con una viuda que tenía dos hijas, las que - a espaldas del padre - atormentaban a la niña que, servicial, jamás se quejaba. La odiaban porque poseía una dulzura exquisita y además era muy bella. Con engaños, estas mujeres la mandan al bosque, a casa de la bruja Baba Yagá, para conseguir el fuego que ellas habían extinguido en el hogar. Durante el trayecto, la muñeca es su compañía y la guía hasta encontrar la casa y a la bruja. Esta le exige que, antes de darle el fuego, trabaje para ella. De no hacerlo, morirá comida por “Baba Yagá”. El primer día Vasalisa debe alimentar a la bruja, lavar su ropa, barrer el patio, limpiar la casa, separar el maíz añublado del bueno y cuidar que todo esté en orden. El segundo día debe separar las semillas de adormidera del montón de tierra con el que se hallan mezcladas. Logra terminar ambas tareas, con ayuda de la muñeca. Después de hacer a la bruja algunas preguntas, y callarse otras por sugerencia de la muñeca, Vasalisa puede volver a su casa. “Baba Yagá” le entrega el fuego dentro de una calavera ensartada en un palo, y la niña - resistiendo el temor y el deseo de arrojar aquello lejos de sí - vuelve a su casa. Vasalisa entra triunfal, mientras la calavera abrasa en su fuego a la madrastra y a sus hijas.

Ahora bien, la temática general de dicho cuento “gira en torno al tema de la facultad femenina de la intuición transmitida de madre a hija y de una generación a la siguiente. El gran poder de la intuición está formado por una vista interior, un oído interior, una percepción interior y una sabiduría interior tan veloces como un rayo.” (Pág. 70)

En este sentido, la autora nos ofrece unas claves hermenéuticas que nos ayudarán a situar adecuadamente lo que nos quiere expresar. Atendamos a sus propias palabras. “Para comprender el sentido de este cuento, tenemos que saber que todos sus componentes representan características de la psique de una sola mujer. Por consiguiente, todos los aspectos del relato corresponden a una psique individual y describen el proceso de iniciación al que se está sometiendo. La iniciación se lleva a cabo cumpliendo unas tareas determinadas. En este cuento, la psique tiene que llevar a cabo nueve tareas. Dichas tareas se centran en el aprendizaje de algo relacionado con la manera de actuar de la Vieja Madre Salvaje.” (Pág. 70)

“Por medio del cumplimiento de estas tareas, la intuición de una mujer - este sabio ser que acompaña a las mujeres dondequiera que vayan, examinando todas las cosas de su vida y comentando la verdad de todas ellas con infalible precisión - se vuelve a encajar en la psique de la mujer. El objetivo es una afectuosa y confiada relación con este ser al que hemos dado en llamar ‘la que sabe’, la esencia del arquetipo de la Mujer Salvaje.” (Pág. 70)

De ahí que, a continuación iré comentando brevemente, y tratando de vincular a ciertas situaciones vitales, las nueve tareas que deberían ser llevadas adelante por la mujer en su camino de individuación como tareas de la iniciación.

1. Dejar morir a la madre ‘demasiado buena’, y alejarse del hogar parental, para poder así entrar en un proceso de fortalecimiento que le permitirá hacerse cargo de su vida, responsabilizarse de sus decisiones y “cargar” con las consecuencias. Lograr un encuentro profundo consigo misma, con su intuición y con lo que ésta le va indicando a cada paso. “En el cuento el proceso de iniciación empieza cuando la buena y querida madre se muere.” (Pág. 70) Dejar morir a la buena madre significa dejar aflorar las facultades intuitivas, entrenase en su uso adecuado y oportuno, escuchar sus llamadas y correr los riesgos que hagan falta de cara a la consolidación de una mujer fuerte y autodeterminada.

“La iniciación de Vasalisa empieza cuando ésta aprende a dejar morir lo que tiene que morir. Eso significa dejar morir los valores y las actitudes de la psique que ya no le son útiles. Hay que examinar con especial detenimiento aquellos férreos principios que hacen la vida demasiado cómoda, que protegen en exceso, que hacen que las mujeres caminen como si se escabulleran de algo en lugar de pisar con paso firme.” (Pág. 71)

“Por consiguiente, es justo que, para que podamos proseguir nuestro desarrollo, cambiemos la solícita madre interior que nos era beneficiosa en nuestra infancia por otra clase de madre, una madre que habita en los más hondos desiertos psíquicos y es no sólo una escolta sino también una maestra, una madre afectuosa, pero también severa y exigente.” (Pág. 72)

Sin embargo, “la detención del proceso de iniciación de una mujer puede producirse por distintas razones, por ejemplo, cuando ha habido demasiadas penalidades psicológicas en los comienzos de la propia vida, sobre todo si no ha habido una madre ‘suficientemente buena’ en los primeros años.” (Pág. 71). Y aunque esto pueda ser así, nuestra autora sostiene que cuando ha habido un trabajo sostenido y metódico por sanar la historia de vida, es posible recuperar el pozo de la intuición femenina instintiva.


2. Dejar al descubierto la sombra: en el cuento, la madrastra y sus hijas representan los aspectos subdesarrollados pero provocadoramente crueles de la psique; son aspectos excluyentes, envidiosos y explotadores del yo, frente a los que ser demasiado sumisa no sirve para crecer, como tampoco sirve el negarlos. Se trata de los elementos de la sombra, es decir, de unos aspectos de la personalidad que se consideran negativos, indeseables o inútiles - con respecto a los valores codificados de la conciencia - y que por esta razón se relegan a las tinieblas, pero con el riesgo de paralizar el desarrollo de su personalidad. (Cf. Págs. 74-75) Sin embargo, dicha sombra también puede ser utilizada en beneficio propio.

“Aunque una mujer piense que el hecho de ser ella misma le granjeará la hostilidad de los demás, esta tensión psíquica es precisamente lo que necesita para poder desarrollar el alma y hacer un cambio” (Pág. 75) Aprender a decir NO con acertividad, a una cultura (Iglesia) estereotipadamente androcéntrica, es signo de sabiduría, pues pone al descubierto la sombra colectiva patriarcalista. Dicha sombra debe ser reconocida y desenmascarada, de lo contrario, las mujeres seguiremos siendo simples reproductoras de unas expectativas patriarcales que anulan nuestra identidad más profunda, nuestros sentimientos, nuestro ser, nuestro pensar, nuestros sueños… Y mientras continuemos siendo la criada de todo el mundo, tratado de complacer las fantasías de los demás, en desmedro de nuestras llamadas intrínsecas, no podremos desarrollarnos como mujeres plenas. En definitiva, el fuego de nuestra personalidad poco a poco se irá apagando” (Cf. Pág. 76).

3. Navegar a oscuras: en esta parte del cuento, el legado de la madre muerta - la muñeca - guía a Vasalisa a través de la oscuridad hasta la casa de Baba Yagá. Entrar en el bosque, en lo profundo del inconsciente para iniciarse, experimentando el numen de la propia capacidad intuitiva, por la que aprenderá a confiar en sí misma. “Aprender a desarrollar la percepción del misterioso inconsciente y confiar exclusivamente en los propios sentidos internos.” (Cf. Pág. 76) Esta tarea requiere alimentar frecuentemente dicha capacidad intuitiva, escuchándola, prestándole atención, siguiendo efectivamente sus consejos. “La intuición percibe el camino que hay que seguir para poder sacar el mayor provecho posible de una situación. Tiene instinto de conservación, capta los motivos y la intención subyacente y opta por aquello que causará la menor fragmentación posible en la psique.” (Pág. 78)

4. Enfrentarse a la bruja salvaje: Vasalisa se enfrenta cara a cara con la Bruja Salvaje, con la fuerza vital, creadora y atemorizante, pero, a la vez, gozosa y rebosante divinidad materna, que se halla en la psique arquetípica. “Vasalisa se enfrenta a Baba Yagá sin servilismo, jactancia o bravuconería y tampoco huye o se esconde. Se presenta honradamente tal como es. Muchas mujeres se están recuperando de sus complejos de ‘amabilidad desmesurada’, en los que, cualesquiera que fueran sus sentimientos y quienquiera que las atacara, ellas reaccionaban con una dulzura rayana en la adulación.” (Pág. 80)

“Tenemos que adentrarnos en el bosque, ir en busca de la temible mujer para evitar que algún día, bajando por la calle, se abra una tapa de alcantarilla y algo inconsciente nos agarre y nos sacuda como un trapo, alegremente o no, más bien no, aunque siempre con buena intención.” (Pág. 80). Realizar esta acción podría llevarnos a evitar muchas sorpresas, no siempre agradables, en la vida. Tal es el caso, por ejemplo, de situaciones que afloran inesperadamente en la persona y que, aparentemente, no están en sintonía con la opción fundamental o la orientación de vida que se ha venido desarrollando. Me pregunto si la falta de encuentro oportuno con esta mujer temible no sería tal vez una explicación secreta de ciertos giros antagónicos, desconcertantes e inesperados que se dan a cierta altura de la vida - pero que no siempre se merecen un juicio ético.

Como quiera que sea, incorporar a nuestras vidas algunos de los valores de la bruja significa aprender a enfrentarnos con un gran poder, con el de los demás y posteriormente con el nuestro. Esto es, dejar que muera un poco más la frágil niña demasiado dulce. Si se logra permanecer en su presencia, una parte de su poder le será traspasado a la mujer. “Ser fuerte no significa tener músculos y hacer flexiones. Significa afrontar la propia numinosidad sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje cada una a su manera. Significa poder aprender, poder resistir lo que sabemos. Significa resistir y vivir.” (Pág. 82).

5. Servir a lo irracional: quedarse con la bruja, aclimatarse a los grandes poderes salvajes no conscientes de la psique femenina con el fin de comprender su poder (el propio poder). “Los ciclos femeninos según las tareas de Vasalisa son los siguientes: Purificar los propios pensamientos y renovar regularmente los propios valores. Eliminar las trivialidades que ocupan la psique, barrer el propio yo, limpiar con regularidad los propios pensamientos y estados emocionales. Encender un fuego duradero debajo de la vida creativa y guisar sistemáticamente ideas significa sobre todo guisar con originalidad mucha vida sin precedentes para poder alimentar la relación entre la mujer y su naturaleza salvaje.” (Pág. 85)

Cuando alguien desea guisar para Baba Yagá tiene que encender el fuego.”Una mujer tiene que estar dispuesta a arder al rojo vivo, a arder con pasión, a arder con palabras, con ideas, con deseo de cualquier cosa que ella aprecie sinceramente. Esta pasión es la que, de hecho, permite guisar y lo que se guisa son las sólidas ideas originales de una mujer. Si alguien quiere guisar para la Yagá tiene que procurar que debajo de la propia vida creativa haya un buen fuego.” (Pág. 84) Me encanta esto, creo que es muy propio de toda mujer. Nuestros últimos documentos capitulares nos invitan a apasionarnos por esta humanidad sedienta de Dios. En una palabra, nos invitan a potenciar nuestro ser de mujer.

“En el desarrollo de las mujeres todas estas acciones ‘domésticas’, el guisar, el lavar, el barrer, cuantifican algo que rebasa los límites de lo ordinario. Todas estas metáforas ofrecen maneras de pensar, medir, alimentar, fortalecer, limpiar y ordenar la vida espiritual.” (Pág. 85). Limpiar el espacio psíquico es una condición para que la naturaleza salvaje se desarrolle mejor.

“La mujer sabia mantiene ordenado su ambiente psíquico. Y lo hace conservando la cabeza clara, conservando un espacio libre para su trabajo. Y esforzándose por llevar a feliz término sus ideas y proyectos.” (Pág. 84) Pinkola habla también de mantener claras y ordenadas las ideas insólitas, entre estas ideas se incluyen las que son poco habituales, las místicas, espirituales y extrañas. (Cf. 84). Aquí, sin duda alguna, tienen su cabida la experiencia mística de Santa Teresa de Jesús y nuestra experiencia de Dios. En este sentido, la Santa afirma sabiamente que una cosa tener la experiencia de Dios y otra cosa es saber comunicarla. Tener la capacidad de transmitir a otros implica una consciencia “ordenada” de lo que se lleva entre manos. Es hacerse cargo plenamente de lo que acontece en la vida de la persona.

6. Separar entre esto y aquello: en esta parte del cuento, Baba Yagá impone a Vasalisa dos tareas muy difíciles. Primero, aprender a separar una cosa de la otra con el mejor criterio posible, aprender a establecer sutiles distinciones de juicio. Segundo, observar el poder del inconsciente y su funcionamiento, incluso cuando el ego no es consciente de ello. Aprender algo más acerca de la vida (el maíz) y la muerte (las semillas de adormidera). (Cf. Pág. 86)

“La clasificación a la que se refiere el cuento es la que se produce cuando nos enfrentamos con un dilema o una pregunta, pero casi nada nos ayuda a resolverlo. Sin embargo, si lo dejamos reposar y regresamos más tarde, es posible que nos encontremos con una buena respuesta allí donde antes no había nada.” (Pág. 86) En este sentido, el sueño, de manera simbólica, es una instancia donde muchas situaciones hallan solución.
La bruja no sólo le pide a Vasalisa que discierna esto de aquello para establecer la diferencia entre cosas parecidas - como el verdadero amor del falso amor, la vida nutricia de la vida inútil - sino que, además, le pide que diferencie una medicina de otra. Aprender a reconocer nuestros agentes curativos psíquicos significa ser conscientes de nuestros “lugares verdes”, de aquello que nos reconforta, nos alimenta y nos mantiene vivas, en contacto con nuestros sueños y apasionadas en la vida. “Tenemos capacidad para infundir energía y fortalecer la vida y también para apartarnos del camino de lo que se muere.” (Pág. 88)

7. Indagar los misterios: Una vez completadas con éxito sus tareas, Vasalisa le hace a la Yagá unas cuantas preguntas muy pertinentes. Preguntar y aprender acerca del proceso cíclico de Vida-Muerte-Vida, inquiriendo lo justo, pero no más allá de lo necesario para no quedar cautivadas en los misterios del profundo inconsciente. Indagando en exceso acerca del enigma del mundo subterráneo corremos el riesgo de quedar seducidas y atrapadas por ese mundo. “Hay cierta cantidad de cosas que todas debemos saber a cada edad y en cada fase de nuestra vida.” (Pág. 90)

Aquí la Yagá se refiere a otra serie de ciclos, los ciclos de la vida femenina. “A medida que los vive, la mujer va entendiendo cada vez más estos ritmos femeninos interiores, entre ellos, los de la creatividad y el alumbramiento de hijos psíquicos y quizá también humanos, los ritmos de la soledad, el juego, el descanso, la sexualidad y la caza. No hay que esforzarse, la comprensión vendrá por sí sola. Debemos aceptar que ciertas cosas no están a nuestro alcance, aunque influyen en nosotras y nos enriquezcan.” (Pág. 91) Ciertas cosas son asunto de Dios y no se pueden saber. (Cf. Pág. 91) No somos diosas, nuestra aprehensión de realidad tiene un límite, saberlo y reconocerlo es signo de madurez y sabiduría. Hay que dejarle a Dios ser Dios en nosotras. Él necesita su espacio para realizar “su” obra.

“Por consiguiente, cuando finalizan estas tareas, ‘el legado de madres salvajes’ es más profundo y la capacidad intuitiva emana tanto del lado humano como del lado espiritual de la psique. Ahora tenemos a la muñeca de maestra por un lado y a la Baba Yagá por el otro.” (Pág. 91)

8. Ponerse a gatas: es asumir la luz recibida desde la sabiduría ancestral (representada por la calavera, vestigio óseo de antiguas generaciones), y contemplar la propia vida bajo esta luz, que nos dice parte de un colectivo secular.

Cuando las mujeres asimilan que el terreno subterráneo de la psique pertenece a la Yagá y el terreno de la madre demasiado buena es el del mundo de arriba, “dejan de aceptar sin discusión todas las bobadas, todos los comentarios mordaces. Y todas las bromas e insinuaciones que les dirigen. Para distanciarse un poco de la dulce bendición de la madre demasiado buena, la mujer aprende poco a poco no simplemente a mirar sino a mirar con desprecio, a mirar fijamente y a tolerar cada vez menos las imbecilidades de los demás.” (Pág. 92)

En cambio, “la falta de intuición y de sensibilidad ante los ciclos femeninos o el hecho de no seguir los consejos de la propia sabiduría da lugar a unas decisiones desacertadas e incluso desastrosas. En general esta clase de sabiduría ‘yaguiana’ hace que las mujeres vayan avanzando poco a poco y casi siempre las orienta y les transmite imágenes claras de ‘lo que hay debajo o detrás’ de los motivos, ideas, acciones y palabras de los demás.” (Pág. 92) En otras palabras, se mira más allá de las máscaras, y se ve la realidad misma, tal cual es.

Cuando una mujer alcanza a esta etapa, ya ha conseguido abandonar la protección de la madre demasiado buena que lleva dentro y ha aprendido a esperar y afrontar las adversidades del mundo exterior con fortaleza y sin temor. “Es consciente de la sombra represora de su madrastra y sus hermanastras y del daño que éstas le quieren hacer.” (Pág. 93) Es capaz de comprender el temible poder de su propia conciencia y el de la conciencia de los demás.

9. Modificar la sombra: es apropiarse de la nueva luz que le permite ver las cosas con claridad, pero también descarnadamente, no evitar el dolor de saber ciertas cosas sobre sí, los demás o la naturaleza del mundo. Significa mirar los aspectos negativos de si misma a la luz de estos nuevos conocimientos.

“El hecho de poseer una buena intuición y un considerable poder obliga a trabajar. En primer lugar, en la vigilancia y la comprensión de las fuerzas negativas y los desequilibrios tanto interiores como exteriores. En segundo lugar, obliga a hacer acopio de voluntad para poder actuar con respecto a lo que se ha visto, tanto si es para un bien como si es para recuperar el equilibrio o para dejar que algo viva o muera.” (Pág. 94)

No cabe duda de que muchas veces hay que hacer gran esfuerzo para sostener en alto la luz delante de nosotras, pues a través de ella vemos todas nuestras realidades y todas las realidades de los demás, las desfiguradas, las divinas y todos los estados intermedios. (Cf. Pág. 94) Cuando los informes de la intuición son dolorosos, y casi no se pueden resistir, son conocimientos que cuestan afrontar. Y es aquí donde surge la tentación de regresar a la ignorancia primera. Saber, ver, conocer, tener consciencia de las cosas, implica no sólo fortaleza y grandeza de ánimo, sino responsabilidad ética que precisa de una gran dosis de discreción y sabiduría para administrar adecuadamente los datos que se manejan. De este modo, se cumple la palabra de Jesús: “a quien mucho se le da mucho se le pedirá”.

Por otra parte, “gracias a esta luz afloran a la conciencia los milagros de la belleza profunda del mundo y de los seres humanos. Con esta penetrante luz podemos ver un buen corazón más allá de una mala acción, podemos descubrir un dulce espíritu hundido por el odio y podemos comprender muchas cosas en lugar de quedarnos perplejas. La luz puede distinguir las capas de la personalidad, las intenciones y los motivos de los demás. Puede distinguir la conciencia y la inconsciencia en el yo y en los demás. Es la varita mágica de la sabiduría. Es el espejo en el cual se perciben y se ven todas las cosas. Es la profunda naturaleza salvaje.” (Pág. 95)

“La esmerada elección de los amigos y amantes y también de los profesores es esencial para conservar la consciencia, la intuición y la ardiente luz que ve y sabe.” (Pág. 97) Esta capacidad de discernimiento para una elección adecuada es una de las cosas más difíciles de aprender, pues exige ánimo, fuerza de voluntad, sabiduría, sentimiento, y frecuentemente nos obliga a pedir con insistencia lo que vemos con tanta claridad

“Otra manera de fortalecer la conexión con la intuición consiste en no permitir que nadie reprima nuestras más intensas energías... es decir nuestras opiniones, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros valores, nuestra moralidad y nuestros ideales.” (Pág. 98) Una mujer integrada y conducida por la luz de su intuición, actúa con naturalidad y positiva espontaneidad, pues conoce sus luces y sus sombras, se valora a sí misma y, por tanto, se hace valorar y respetar. No tiene que andar mendigando los espacios que en justicia le corresponden tanto en la sociedad como en la Iglesia.

Finalmente, modificar la sombra significa dejar morir las cosas. Lo que tiene que perecer, hemos de dejar que perezca con toda libertad y serenidad. Una relación que ya no tiene razón de ser, una emoción negativa que destruye, un sentimiento obstaculizante, una etapa que ya hemos superado, un ciclo vivido y evaluado adecuadamente, una herida que obstruye la corriente sanguínea de la pasión por la vida…

Hemos visto que, en las narraciones escogidas, toda la temática vinculada a las tareas y trabajos que debemos realizar las mujeres en nuestro camino de individuación no son fáciles, sino que requiere un compromiso procesual, activo, profundo, esforzado, muchas veces doloroso y no carente de riesgos. En una cultura pragmática y presentista como la nuestra, donde priman el hedonismo y la consecución rápida de los objetivos, tales enseñanzas tienen un valor imponderable al aplicarse al crecimiento de la conciencia personal y colectiva. Y más aun al crecimiento espiritual de hombres y mujeres.



domingo, 9 de noviembre de 2008

EN MEMORIA DE ELLA. LA HISTORIA DE LA MUJER COMO DISCIPULADO DE IGUALES.

Segunda Parte. En memoria de ella. La Historia de la Mujer como Discipulado de Iguales.

Teresa del Pilar

En mi caso, la dedicación que supone sumergirse en las páginas del texto no es sólo por la complejidad de su contenido, sino por el desgaste afectivo que implica. Es de esos libros antes los que, simultáneamente, una se rinde y se rebela. Pues están ahí ambos polos interactuando constantemente en la inteligencia afectiva, impeliendo a la voluntad a no dejarse vencer y a seguir adelante… Desde esta dinámica personal creo que se podría entender el comentario selectivo que he ido haciendo por capítulos. Espero disculpen la extensión, pero no podía menos.

Capítulo 4

El movimiento de Jesús como movimiento de renovación en el seno del Judaísmo

Para entender, de manera genuina, al movimiento de Jesús se trata, fundamentalmente, de recuperar los orígenes cristianos del “discipulado de iguales”, puesto que las raíces cristianas son judías. “Volver a las fuentes” significaría, por tanto, sumergirnos en dicha historia, de tal modo que podamos arrancarle algunas esquirlas de inteligibilidad a lo que ha sido nuestro origen. “Reconstruir el movimiento de Jesús, como movimiento judío, dentro de las estructuras religiosas y culturales patriarcales es analizar el impulso feminista dentro del judaísmo.” (Pág. 11)

Conviene tener en cuenta que la metodología para una hermenéutica feminista de la “sospecha” se aplica también a la interpretación de los textos del Judaísmo referentes a la mujer. Esto significa que han de leerse como androcéntricos, es decir, desde una perspectiva masculina, que no considera la experiencia ni la realidad histórica de la mujer. En esta misma línea, no se ha de perder se vista que los intelectuales, procedentes, con frecuencia de la clase media, son los responsables de la “interpretación” patriarcal que lleva a denigrar o marginar a la mujer de los textos mencionados. (Cf. Pág. 12).

A pesar de esa manipulación hermenéutica, es sabido que, “las mujeres bíblicas como Ruth, Esther, Ana, o la madre de los 7 hijos mencionada en 2 Macabeos son caracterizadas con papeles y conductas típicamente femeninas, pero no como niñas o imbéciles.” (Pág. 12).

Jesús y su movimiento compartieron el símbolo dinámico de la basileia (“reino”, “imperio”) de Dios. Dicha imagen suponía que la santidad del pueblo elegido de Dios no viene dada en términos cúlticos, sino como plenitud destinada a la creación. “La santidad humana debe expresar la plenitud humana, la práctica cúltica no debe ponerse por encima de la praxis humanizadora.” (Pág. 14). De ahí que el proyecto de Jesús apunta, fundamentalmente, a que el ser humano (varón y mujer) potencie al máximo su humanidad, que pueda asumir sin angustia su biología, sus luces, sus sombras, sus zonas obscuras…, antes que el afán desmedido de una práctica rutinaria de ritos y cultos estandarizados que, la mayoría de las veces, ya nada dicen a una experiencia de Dios para el “mundo de hoy”.

En el ministerio de Jesús, Dios se muestra como el amor que TODO LO INCLUYE, que hace brillar el sol y caer la lluvia tanto para justos como para pecadores (Mt 5,45). La liberación de las estructuras patriarcales no sólo fue explícitamente formulada por Jesús, sino que ocupa un lugar central en la proclamación de la basileia de Dios.

Los primeros recuerdos e interpretaciones teológicas palestinenses de la vida y la muerte de Jesús le presentan como mensajero de la Sofía y, más tarde, como la Sophia misma. La teología cristiana más antigua comprende el ministerio y la muerte de Jesús en términos de Dios-Sofía porque tal vez Jesús se veía como profeta e hijo de la Sofía. La Sofía, el Dios de Jesús, quiere la integridad y la humanidad de todos y hace posible que el movimiento de Jesús se convierta en un “discipulado de iguales”, en el que las mujeres, al igual que los varones, son llamadas a la misma praxis de exclusividad e igualdad vivida por Jesús-Sofía.

“El Dios-Sofía de Jesús considera a todos los israelitas como sus hijos y “ella” es reconocida como tal por todos ellos.” (Pág. 42). Pero curiosamente, la dirección de la teología, no sólo ha ido permitiendo, sino que ha instado a las mujeres a identificarse “con categorías y grupos masculinos generales, pero no les ha permitido identificarse a sí mismas como mujeres en solidaridad con otras mujeres. La alienación de la mujer promovida por el lenguaje genérico cristiano continúa una tradición exegética y teológica que hace a las mujeres pobres invisibles en tanto que mujeres.” (Pág. 53).

Sólo cuando situamos los relatos de Jesús, que hacen referencia a las mujeres, en la historia global de Jesús y de su movimiento en Palestina, podemos reconocer su carácter revolucionario. Y no sólo en relación al rol de las mujeres, sino en cuanto a la nueva concepción del matrimonio, de la familia, en frontal oposición a la perspectiva patriarcal. “Las nuevas relaciones de comunidad de discípulos iguales no admiten ‘padres’ rechazando así el poder patriarcal y la estima de que éste estaba investido”. (Pág. 62)

Ahora bien, lo grave de toda esta tergiversación histórica es la ideologización de que ha sido objeto la “palabra”. Al decir de Schussler, “la ‘palabra’ es una historia y la historia no puede reducirse a una declaración “ideológica”. (Pág. 64) Si como hemos visto, esta declaración excluye efectivamente a la mujer, a los pobres, del lugar que, en justicia, les corresponde en la basileia de Jesús, la justicia en el cristianismo se convierte en una simple parodia.

Dejemos que la misma autora nos formule otra explícita señal de ideologización de la palabra. “Aunque la fórmula eucarística ‘en recuerdo mío’ (1 Co. 11, 24-25) es verbalmente semejante a la afirmación evangélica ‘en memoria de ella’, la Iglesia posterior no ritualizó esta historia de la mujer profeta, sino que la presentó como voluntad de Dios el hecho de que la pobreza no puede ser eliminada. La ‘Iglesia de los pobres’ y la ‘Iglesia de las mujeres’ deben ser recuperadas simultáneamente si la ‘solidaridad desde abajo’ tiene que hacerse de nuevo realidad para toda la comunidad de Jesús. (…) Jesús suscitó un discipulado de iguales que todavía necesita ser descubierto y realizado por las mujeres y los hombres de nuestros días.” (Pág. 66)

Capítulo 5

El movimiento misionero del cristianismo primitivo.

La igualdad en el poder del Espíritu.

En este capítulo se menciona explícitamente que “Hechos” es tendencioso en su presentación del movimiento misionero cristiano y del papel que en él habían desempeñado las mujeres. En efecto, es difícil la investigación certera por la carencia de fuentes creíbles, pues las que hay son precisamente de interpretación androcéntricas. Confrontada dicha exégesis con la de la “sospecha”, es necesario señalar que las mujeres que aparecen en la biblia no son la excepción, son apenas la “punta del iceberg”. (Cf. Pág. 76) Es indudable, por los escasos, pero elocuentes datos, que entre los misioneros ambulantes y la iglesia doméstica las mujeres se distinguían. Pablo afirma que las mujeres trabajaban con él en pie de igualdad. Fil 4, 2-3

Sin embargo, algunas interpretaciones post-paulinas las “ven” ejerciendo un mero y romántico disfraz. De este modo, intentan descalificarlas aplicándolas los habituales estereotipos femeninos. Como quiera que sea, a pesar de los reduccionismos “la literatura paulina y el libro de los Hechos nos revelan que numerosas mujeres se contaban entre los misioneros y líderes más destacados del movimiento cristiano primitivo. Eran apóstoles y ministros al igual que Pablo, y algunas fueron sus colaboradoras.” (Pág. 96).

Más allá de toda hermenéutica patriarcal, lo cierto es que, al decir de Pinkola, hemos de buscar, luchar, llorar… sobre “nuestros huesos secos”, ellos “están ahí” esperando ser reivindicados, esperando ser insuflados con el aliento del Espíritu del Dios-Sofía. Se trata, nada menos que, de una batalla cuyo objetivo es “volver a las fuentes” de nuestra identidad más profunda, de reconciliarnos, como Iglesia institucional, con nuestras sombras. Pues en esta reconciliación está nuestra glorificación. ¿La queremos verdaderamente?

Capítulo 6

Ni macho no hembra.

Gálatas 3, 28 Visión alternativa y modificación paulina.

“En lo que concierne a la redención y a los dones del Espíritu, todos estamos en igual situación ante Dios. Las implicaciones sociológicas de esta situación de igualdad no pueden, sin embargo, ser realizadas ni en la sociedad ni en el ministerio eclesial y son pospuestas hasta que llegue el momento oportuno.” (Pág. 116). “En este momento, sin embargo, el Magisterio se ha pronunciado con claridad sobre el tema y no creo que haya espacio para conseguir más.” (Entrevista a la teóloga brasileña María Clara Lucchetti Bingemer en www.miradaglobal.com)

“Sería bueno preguntarse por qué la mujer sólo es sujeto de seis y no de siete sacramentos. Me dirán que la tradición de la Iglesia católica y de la ortodoxa no tiene mujeres ordenadas. La Iglesia ortodoxa tiene sacerdotes casados, no así la católica. El diaconado permanente está creciendo pero es sólo para hombres. El rabinato de Jesús, en cambio, admitió discípulas mujeres y es imposible ignorarlo. Hay un liderazgo reconocido de san Pedro, pero no hay duda de que las mujeres eran parte del grupo inicial de cristianos.” (Entrevista a la teóloga brasileña María Clara Lucchetti Bingemer en www.miradaglobal.com) Pero si en nuestra querida Iglesia de hoy (sobre todo, la institucional) no cabe lugar para la pregunta…

En cambio, en la Iglesia primitiva, la lucha de Pablo por la igualdad (Gálatas 2, 14) entre los cristianos de origen judío y los procedentes de la gentilidad tiene importantes repercusiones para las mujeres de ambos colectivos. “En la medida en que esta concepción cristiana igualitaria suprimía todos los privilegios masculinos de religión, clase y casta, permitía no sólo a los gentiles y a los esclavos, sino también a las mujeres, el ejercicio de funciones de autoridad en el movimiento misionero.” (130).

Pablo, en “Gál. 3, 28 no ensalza la masculinidad, sino la unicidad del cuerpo de Cristo, la Iglesia, donde son superadas todas las divisiones y diferencias sociales, culturales, religiosas, nacionales y sexuales y donde todas las estructuras de dominación son rechazadas.” (Pág. 131). Pablo expresa su respeto y admiración por las mujeres en tanto que participantes activas en su trabajo misionero. “El interés manifestado por las relaciones ente hombres y mujeres en general y por las relaciones sexuales en particular, así como por el papel de las mujeres en el culto de la asamblea, indica que las mujeres eran muy activas en la comunidad.” (Pág. 132)

Como se ve, las mujeres tenían un reconocimiento explícito por parte del apóstol. Y no sólo esto, sino que en el movimiento misionero se respiraba un clima de libertad donde ellas podían dirigirse al Dios-Sofía, concebida como figura femenina. Tenían la efectiva posibilidad de expresar su amor a Dios desde su identidad femenina, respetando su cultura, su ser más profundo como una manera auténtica manera de dirigirse al Dios-Sofía, sin tener que anular necesariamente su “ser de mujer”. Era permitido alabar al Dios-Sofía sin verse mutilada ni intimidada a rendir culto a un Dios necesariamente masculino, de tal modo que los arquetipos femeninos tenían la suerte de hallar sentido en los símbolos religiosos de entonces. Suerte la de ellas!

A pesar de esta realidad, en las cartas paulinas hay pasajes que son utilizados para reforzar la perspectiva androcéntrico-patriarcal, sin embargo, “la principal preocupación de Pablo no es la conducta de las mujeres, sino la protección de la comunidad cristiana. Quería evitar que fuera confundida con los cultos orientales, orgiásticos y secretos, que socavaban el orden público y contravenían la decencia. (…) En 1Cor 11, 2-6 no niega a las mujeres el derecho a profetizar y orar en la asamblea, sino que insiste en que mujeres y hombres son iguales en la comunidad cristiana y en que no deben conducirse con actitudes características de los cultos orgiásticos.” (Pág. 149). “No obstante, el interés de Pablo al actuar así es un interés misionero y no va dirigido contra la libertad espiritual ni contra la implicación carismática de las mujeres en la comunidad.” (Pág. 153)

“El amor patriarcalizante de los códigos domésticos deutero-paulinos y las instrucciones de las pastorales son otros desarrollos de la argumentación paulina que llevarán en el futuro a una gradual exclusión de las mujeres de las funciones eclesiales y a la progresiva patriarcalización de toda la iglesia.” (Pág. 150) Y esto, concretamente, en relación al ministerio de las diaconisas, que entonces era ya efectivo. Ministerio que ni tan siquiera se menciona en la teología “oficial”. A este propósito, recuerdo que cuando una hermana le preguntó sobre dicho tema a un Obispo, éste automáticamente montó en cólera. Sin duda alguna, es de los que no dejan, ni permite a otro/a, que emerja la pregunta, que aflore la verdad…

Una prueba más de que la “palabra”, a través de “su” hermenéutica, es ideologizada. Cuando las cosas, los problemas, no se plantean desde la verdad difícilmente se podría llegar a soluciones verdaderas. Y de este modo, la verdad, la justicia… seguirán siendo desafíos pendientes dentro de nuestra Iglesia institucional. Me pregunto, ¿por qué y de dónde ese miedo recurrente a enfrentarnos con la “realidad” de las cosas? Nos ingeniamos con novedosas máscaras para evitar encontrarnos con ella, insisto: ¿por qué? Como se darán cuenta, no puedo resignarme a dejar que emerjan las preguntas… ¿Será tal vez un recurso para la resistencia…?

Como quiera que sea, “las tradiciones post-paulina y pseudo-paulina prolongarán estas restricciones para transformar la igualdad en Cristo entre mujeres y hombres, esclavos y libres, en una relación de subordinación en la casa que, por una parte, elimina a las mujeres de las responsabilidades del culto y de la comunidad y, por otra, restringe el ministerio acordado a las mujeres.” (Pág. 154).

Ahora bien, todos estos hechos de silenciamiento, violencia, postergación… de la mujer en el ámbito de la Iglesia institucional, avalada por un discurso teológico oficial masculinizado y masculinizante, creo que son apenas la “punta del iceberg” de una grave problemática que nos aqueja. Esto significa que hay algunas causas más profundas que están gatillando semejantes situaciones. Solamente un fuerte sacudón del Espíritu, de ese (a) Dios-Sofía, junto a una voluntad explícita y sostenida de conversión individual y estructural, podrá liberarnos de nuestro enajenamiento hacia una mayor autenticidad y humildad. Pues, como dice Santa Teresa: “La humildad es la verdad”.


lunes, 3 de noviembre de 2008

Discipulado de iguales como alternativa al sistema patriarcal


Las que nos hemos lanzado a leer el libro de Elisabeth Schüssler Fiorenza y hemos permanecido en esta tarea, sabemos por experiencia que no resulta nada sencilla ni placentera. Sin embargo, hay una parte de nosotras que siente recompensado el esfuerzo de continuar y persistir, a pesar de las tentaciones para abandonar.

Una cosa es leerla y comprender muchas de sus ideas, y otra es escribir sobre ellas. Trataré de compartirles imágenes que me resultaron muy iluminadoras y me causaron una inmensa alegría. Voy a tratar por separado cada una de esas ideas e imágenes descubiertas y/o resignificadas. Lo que haré es glosar a la autora con la expresa intención de organizar mi pensamiento.

- Una de las imágenes que se instalarón en mi, es la de las mujeres judías y griegas (aquellas que se unieron al movimiento de Jesús) COMO PRECURSORAS de los movimientos cristianos de mujeres. Me siento agradecida, hermana y heredera de su experiencia. Así mismo, descubrí con mayor profundidad el JESÚS FEMINISTA, quién desarrolló su visión al lado de mujeres y contestó el patriarcado judío.

- De acuerdo con lo anterior, esta lectura modificó la imagen que tenía de la situación de la mujer en la época de Jesús. Uno de las fuentes que nos presenta Schüssler Fiorenza para este propósito es el LIBRO DE JUDITH. Escrito en el siglo I a.C. inspiró movimientos proféticos, recogió el tema de la Sabiduría y rescató la imagen de Dios como "Dios de los humildes, defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados" (9, 11). Por otro lado, revela datos sobre la vida de ciertos grupos de mujeres. Mujeres viudas, herederas de abundantes recursos. Tienen libertad para rechazar un nuevo matrimonio y consagrarse a la oración, la ascesis y la celebración del Sabbath. Con autoridad moral para ofrecer consejos a los ancianos de la ciudad. Mujeres que como Judith destacan por su sabiduría, valor, fe y dedicación a la liberación de su pueblo. En este escrito la perspectiva femenina se hace evidente: la sabiduría triunfa sobre la fuerza bruta, la perseverancia, la fidelidad y el coraje sobre la tímida resignación de los hombres.

- Confirmé la imagen del Reino de Dios como COMIDA COMUNITARIA Y FESTIVA. No es la comida cultual de los fariseos lo que está en el centro del movimiento de Jesús, sino la mesa comunitaria que no excluye a nadie; todos y todas son invitados: mujeres, hombres, niños, pobres, pecadores, impuros, prostitutas, etc. No quiere decir que rechace totalmente la validez del Templo y la Torá sino que propone una interpretación alternativa: coloca en el centro al pueblo como lugar del poder y de la presencia de Dios creador y liberador. Por eso el culto no debe ponerse por encima de la praxis liberadora. En este sentido, los pobres, enfermos, pecadores, impuros y mujeres experimentan el ilimitado poder liberador de la basileia de Dios.

- Uno de los grandes aprendizajes consistió en pensar a Dios como SOPHIA: Dios de bondad misericordiosa, que acoge a cada una de sus hijas e hijos y es reconocido por ellas y ellos (Lc 7, 35). Jesús bebió de esta teología sapiencial que desde el siglo III a.C. celebraba la bondad misericordiosa de Dios, su poder creador, su elección de Israel y su misteriosa presencia en la Gestalt femenina de la Sofía Divina. Esta teología no desarrollo temor a la Diosa como el profetismo clásico, sino que utilizó elementos de este lenguaje para hablar de la bondad misericordiosa del Dios de Israel. La llama hermana, esposa, madre, amada y maestra. Es Ella quien guía en el camino, quien predica en Israel, quien busca a las gentes, las encuentra y les invita a CENAR. Estas y otras acciones son atribuidas a Jesús, por eso se le presenta como el mensajero de la Sofía y más tarde como la misma Sophia (Mt 11, 28-30; 12, 32; Lc 12, 10; 11 49; 13, 34).

- Por otro lado adquirí otra clave de lectura para comprender y profundizar sobre el movimiento de Jesús y el carácter incluyente de la comida comunitaria. Entendí que el obrar de Jesús se circunscribe en la tradición de Dios-Sofía, lo que hizo posible que su movimiento se convirtiera en un "DISCIPULADO DE IGUALES". Los publicanos, pecadores, mujeres, niños, pescadores, amas de casa y todos aquellos que a causa de las circunstancias de la vida y de las injusticias sociales fueron los marginados y los últimos en la sociedad israelita, ahora se reunían, compartían su trozo de pan y escuchaban en comunidad el Evangelio.

- Con alegría y orgullo descubrí que las MUJERES PAGANAS fueron las primeras entre los no judíos que se convirtieron en miembros del movimiento de Jesús (Mc 7, 24-30). Con certeza y apoyadas en diferentes estratos de la tradición evangélica se puede deducir que las mujeres tuvieron un papel determinante en la extensión del movimiento de Jesús a los no israelitas (Jn 4, 1-42; Ga 2, 15b). Ellas que experimentaron la bondad y la misericordia del Dios de Jesús fueron las primeras en extender el movimiento de Jesús no sólo en Galilea sino en territorios paganos.

- Lo anterior me capacita para afirmar con mayor claridad y pertinencia el PAPEL DE LAS MUJERES EN LA CONTINUIDAD Y EXTENSIÓN DEL MOVIMIENTO CRISTIANO. Estas discípulas no huyeron después del arresto de Jesús, sino que permanecieron en Jerusalén durante su ejecución y su entierro (Mc 16,1-6.8a). Apoyadas en su experiencia del resucitado, llegaron a la convicción de que Dios estaba de lado de Jesús y pudieron continuar su movimiento. Probablemente intentaron reunir a los discípulos dispersos y a los amigos de Jesús que vivían en Jerusalén y en sus alrededores: María, Martha de Betania, La mujer que ungiera a Jesús, la madre de Juan Marcos, María la madre de Jesús y a discípulos como Lázaro, Nicodemo, el discípulo amado. Algunas de ellas regresaron a Galilea su tierra natal y entre sus amigos y seguidores continuaron la corriente iniciado por Jesús. María Magdalena fue la más destacada entre los discípulos galileos.

- Schüssler Fiorenza señala varios textos bíblicos que contestan claramente la estructura patriarcal. Sinceramente algunos de ellos no los interpretaba de esa manera. Sólo voy a citar algunos de una manera muy sucinta. Jesús criticó seriamente la forma como se planteaban las relaciones en el MATRIMONIO PATRIARCAL. En Mc 10, 2-12 dice Jesús que Dios no proyectó esa clase de relaciones desiguales. Según Dios, el hombre y la mujer deben disfrutar de una relación social común e igualitaria. En Mc 12, 18-27 Jesús reprocha nuevamente las estructuras patriarcales y dice que en el mundo de Dios las mujeres y los hombres no establecen relaciones de dominación y dependencia, sino de personas iguales que viven en la presencia del Dios vivo. Precisamente Mc 10, 29b se habla de un discipulado que se vive al margen de ese ordenamiento e inclusive que produce conflicto en su interior (Mt 10,34-36 y Lc 12, 51-53). Por otro lado hay una serie de citas que señalan la vocación de discípula de la mujer (Lc 11, 27) por encima de la vocación a la maternidad.

- Hay más aún, el movimiento de Jesús llega a contraponer el tipo de relaciones de la familia patriarcal con el de la comunidad de los discípulos y discípulas de iguales (Mc 3, 31-35; Lc 11, 28; Mc 10, 30). En estos textos se omite de manera muy significativa los padres, mientras que las mujeres (madres y hermanas) son incluidas claramente entre los seguidores. Por otro lado, aquellos que hacen la voluntad de Dios conforman una NUEVA FAMILIA que no excluye a los "padres/amos" en su círculo pero que les da una posición diferente y les exige una relacionalidad igualitaria. El "niño/esclavo" que ocupa el lugar más bajo en la estructura patriarcal se convierte en el paradigma del verdadero discípulo/a (Mc 10, 15; Mt 23, 8-11). En esta nueva familia se rechaza toda exigencia de poder y dominio sobre los demás. Y por último cabe decir, que las nuevas relaciones de la comunidad de discípulos/as de iguales rechaza a los maestros y a los padres pues sólo uno es el Maestro y el Padre (Mc 10, 29-30; 11, 25; Lc 11,2-4; 12, 30).

- Tengo que reconocer que el trabajo de la autora cambió una de mis opiniones sobre algunos de los ESCRITOS PAULINOS. Schüssler Fiorenza descubrió que aún en las esporádicas referencias que tiene en sus escritos, se puede advertir un vigoroso liderazgo femenino. Por meritos propios, las mujeres judías y paganas se pusieron al servicio del Evangelio. Además de estar comprometidas en la actividad misionera, lo estaban en las responsabilidades de la Iglesia antes e independientemente de Pablo. No es el caso describir aquí los resultados de la investigación que llevó a la autora a demostrar científicamente sus ideas. Les recomiendo leer las paginas referentes a esta parte (205 a 225). Personalmente me surgió la necesidad de conocer mis antecesoras: su nombre, el contexto en el que se desenvolvieron, sus experiencias, sus aportes a las iglesias, etc. Mujeres como María la madre de Juan Marcos, Helena la reina de Adiabene, Tabita de Jaffa, Lidia, Pisidia, Damaris, Priscila, Drusila, Berenice, Prisca, Febe, Junia, Apphia, Trifena, Trifosa, Pérside, Evodia, Síntique, Tecla, Apfia, Ninfas, entre otras muchas, son PUNTAS DEL ICEBERG en el que las mujeres más importantes del movimiento misionero salen a la superficie, no como excepciones de la regla sino como representantes de las mujeres cristianas que han sobrevivido a las redacciones androcéntricas y al silencio histórico.

- Y finalmente, quiero compartirles otra imagen que tiene que ver con la teología de Pablo. Aquí también me sorprendí diciéndole "mereces otro punto a favor, mi Pablo". El apóstol luchó por la igualdad de los cristianos de origen judío y los procedentes de la gentilidad. Si el rito de iniciación cristiana fue el bautismo y no la circuncisión, LAS MUJERES Y LOS PAGANOS PODÍAN CONVERTIRSE EN MIEMBROS PLENOS DEL PUEBLO DE DIOS, con los mismos derechos y deberes que los hombres israelitas en cuanto a su posición y función socio-eclesial. Mientras que en el judaísmo el discípulo más fervoroso nunca podía alcanzar la posición del israelita varón, en el movimiento cristiano las herencias raciales, sexuales, de género y culturales no determinaban esta posición. Esto es exactamente el contenido del texto: "Los que os habéis bautizado en Cristo, os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni macho ni hembra, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3, 27-28). Pablo no niega las diferencias sexuales biológicas sino que afirma que las relaciones patriarcales y las relaciones sexuales no son ya un el elemento constitutivo de la Nueva Comunidad de Cristo.

NANCY OLAYA
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