sábado, 4 de octubre de 2008

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS
La persecución del intruso - El comienzo de la iniciación
Capítulo 2

El cuento de Barba Azul es muy rico y denso por todo el simbolismo que contiene. Aunque tiene muchos aspectos para considerar, me voy a detener a comentar sólo dos elementos que me llamaron especialmente la atención.

Me llamó poderosamente la atención que Clarissa Pinkola llama a Barba Azul “el deprepador innato” que habita en la psique. Más adelante aclara que algo innato quiere decir: “inherente a todos los seres humanos desde que nacen y, en este sentido, carece de origen consciente” (pag.64)

Esta afirmación me llamó la atención porque nos podemos engañar pensando que el depredador que necesitamos combatir está “fuera” de nosotras mismas. Lo podemos inclusive focalizar en alguna figura masculina que nos atrae, pero que al mismo tiempo, nos resulta peligrosa o dañina.

A veces es mucho más fácil percibir y tratar de combatir el depredador que podemos descubrir en otras personas que entrar en contacto con el que está dentro de nuestra propia psique. Podemos sentirnos muy seguras de no ser atacadas por el depredador externo, y sin embargo, no vivir con la debida cautela con el que tenemos dentro de nosotras mismas. Es como quien cierra muy bien la puerta principal de su casa pero se deja al ladrón en el cuarto de atrás.

Y si no miramos a la cara al enemigo que cargamos dentro, cómo poder dominarle y “arrebatarle su energía asesina”? Descubrir el depredador que llevamos dentro requiere de nosotras capacidad de interioridad, de vivir en contacto con nosotras mismas, con nuestras entrañas, mente y corazón. Ser capaces de tomar consciencia de nuestros diálogos internos, de las voces de alerta, de nuestros presentimientos o “corazonadas” sobre algo.

También el saber retomar nuestras actitudes ingenuas, nuestras decisiones imprudentes, saber detenernos y observar más allá de lo que inicialmente nos deslumbra, ser capaces de desenmascarar justificaciones mentirosas, razones sin fundamento y toda clase de prejuicios que nos dicen que no nos debemos dejar llevar por nuestras facultades instintivas.

Creo que en la medida que sepamos enfrentar y “dominar” el impulso asesino de nuestro depredador interior, seremos capaces de reconocerlo fuera, en las actitudes y posturas de otras personas que posiblemente aún no tienen consciencia que Barba Azul está al asecho para devorar su energía vital.

Otro elemento de este cuento que me llamó la atención es la imagen de la llave que precisamente la abre la puerta que Barba Azul prohibió abrir.
Dice Clarissa que la “llave representa el permiso para conocer los más profundos y oscuros secretos de la psique, en este caso, eso que degrada y destruye estúpidamente el potencial de una mujer.

Para una mujer usar la llave significa dejar a un lado el miedo y atreverse a acceder al conocimiento profundo de sí misma. Entrar en contacto consigo misma nos llevará a un mayor conocimiento de la condición humana. Y no hacerlo “equivale a despojarse de su naturaleza intuitiva, de la innata curiosidad que la llevaría a descubrir lo que hay debajo y más allá de lo evidente”.

Y qué mejor llave para acceder al conocimiento que la pregunta. “La pregunta clave da lugar a la germinación de la conciencia. Las preguntas son llaves que permiten abrir las puertas secretas de la psique”. La pregunta sugiere, nos pone en actitud de búsqueda, nos llama la atención sobre lo que creíamos evidente, nos pone en alerta, en actitud de escucha, despierta nuestra capacidad de observación y exige de nosotras fortaleza para enfrentar la respuesta que venga o la paciencia para mantener la pregunta abierta todo el tiempo que sea necesario.

Este ejercicio de formular preguntas junto con la capacidad de enfrentar a nuestro depredador innato son herramientas que nos pueden ayudar a mantener vivo el “conocimiento intuitivo”, propio de la naturaleza salvaje.

1 comentario:

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Beatriz, yo también conecté con la idea de la Santa: "¿No habéis oído que es el peor ladrón el que está dentro de casa?" (CE 14, 1). En otro sitio dice: "No os aseguréis... que será como el que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones y se los deja en casa" (CV 10,1).

Y esas preguntas de las que tu hablas a propósito de este cuento de Pinkola, nos ayudan a tomar consciencia de este ladrón interior que nos roba el tesoro.