lunes, 14 de julio de 2008

Elisabeth Schussler Fiorenza

Del libro de Elisabeth Schussler Fiorenza: “En Memoria de ella”.
Hola, hola! Aquí les comparto el escrito prometido. Espero sean benévol@s!

Ante todo, me he sentido sorprendida por el tipo de texto que nos han puesto a investigar. Era la primera vez que, desde un proyecto de este tipo, me tocaba leer un libro fundamentado con una rigurosidad científica exquisita. Y así, de la sorpresa he pasado a la alegría. Ya después, en el transcurso de la lectura y de la reflexión, he sentido una cierta preocupación y un cierto miedo. Me preguntaba, ¿cómo poder administrar tanta conciencia sobre un tema determinado cuando el contexto en el que una se encuentra se halla tan lejos de intuir la realidad sobre la cuestión?

Lo que el libro de Elisabeth S. Fiorenza produce en mí es, como dice el filósofo Kant respecto de la lectura de Hume, despertarme del “sueño dogmático” en que me hallaba sumergida. ¿Cómo poder, pues, sobrellevar este nuevo estado al que me ha sumergido la lectura? Es más, ¿cómo trasmitir el resplandor del contenido del texto a los que todavía se hallan anclados en la “caverna platónica”? Pareciera un poco de soberbia ubicarse fuera de ella, pero lo cierto es que después de esta lectura inevitablemente hay que situarse en un “antes” y en un “después” existencial.

Siento que mi historia de mujer se halla estupendamente reflejada en sus páginas, esto es, me siento identificada e interpretada con el contenido de lo que anuncia y denuncia Elisabeth Schussler en su escrito. Me edifica su grandeza “lobuna” y creo que hace honor a su linaje “salvaje” y guerrero en un mundo androcéntrico-patriarcal. Utiliza el derecho a la palabra como un modo de salir de la invisibilidad a la que nos han tenido sumergidos desde siempre en todos los ámbitos, especialmente en el eclesial.

Identifico a Elisabeth con lo que afirma Clarisa Pinkola: “Una mujer sana se parece mucho a una loba: robusta, colmada, tan poderosa como la fuerza vital, dadora de vida, consciente de su propio territorio, ingeniosa, leal, en constante movimiento.” (p. 11). A mi juicio, si no somos capaces de rescatar nuestras raíces lobunas, se nos hará muy difícil ir forjando un cambio de paradigma más armónico y equitativo como el que propone el movimiento feminista liberador y reformista de Schussler.

En el estudio de la Biblia, una “hermenéutica de la sospecha”, como la que nos propone nuestra autora, sólo es posible aplicarla desde un talante lobuno, que nos conduzca a explorar las visiones y los valores liberadores u opresores inscritos en el texto, identificando el carácter y la dinámica androcéntrico-patriarcales del mismo y de sus interpretaciones.

Puesto que los textos bíblicos están escritos en lenguaje androcéntrico, en el seno de culturas patriarcales, lo interesante de la “hermenéutica de la sospecha” es que no empieza por asumir que el relato bíblico sea un texto feminista liberador sólo porque su personaje central sea mujer. En cambio, trata de investigar cómo y por qué el texto estructura dicho relato tal y como lo hace. Y esta actitud desenmascaradora y crítica me parece oportuna y desafiante. “Los mundos interior y exterior no siempre son lugares placenteros, pues los agentes devastadores siempre están al acecho…”

Desde esta perspectiva, la Biblia necesita ser rescatada de su cautividad en una interpretación masculina, reduccionista y tergiversada. Hay que redimirla de las interpretaciones privatizadoras y espiritualistas que desestiman el interés de Dios por la justicia, la integridad humana y la responsabilidad ecológica; es necesario liberarla de las interpretaciones abstractas y doctrinales que separan el relato bíblico de su contexto sociopolítico concreto a fin de transformarlo en una verdad situada.

Ahora bien, juzgo que los cuatro modelos de interpretación bíblica se complementan, es decir, tienen aspectos válidos y rescatables, pero el que me parece más apropiado para nuestro contexto latinoamericano es el de la teología de la liberación. Puesto que dicha teología, en sus diversas formas, ha desafiado la llamada “objetividad” y “neutralidad” académica de la teología tradicional. Intelectualidad y neutralidad no es posible en un mundo de explotación y la opresión.

No existen, pues, perspectivas totalmente neutras y objetivas. Todo conocimiento está situado y es interesado, como lo ha explicitado la sociología del conocimiento, de tradición marxista y lo han explicitado los teóricos de la Escuela de Frankfurt. Sólo una disciplina científica (estudio e interpretación bíblica) consciente del sesgo ideológico de todo saber, y que además opte por acercarse a la realidad desde la postura de las víctimas y de l@s perdedor@s de la historia, se podrá construir en una palabra auténtica, válida, creíble y liberadora.

De ahí que las hermenéuticas bíblicas que defiendan la “neutralidad ideológica” o “valorativa”, constituyen, por ello mismo, claras expresiones de una ideología que se merecen la puesta en marcha de toda nuestra “sospecha lobuna”.

Lo que Elisabeth Schussler nos deja claro es que los textos bíblicos son patriarcales. Las interpretaciones de esos textos también lo son, con honrosas excepciones. Las mujeres han sido marginadas en la Biblia, en la interpretación y en la tradición. Todo esto ha llevado a la opresión de las mujeres cristianas en las iglesias y en la sociedad (familia, estudio, trabajo, etc.). Por esta razón la hermenéutica feminista reformista nos invita a usar la “sospecha” como método con respecto a la tradición y a su interpretación.

En definitiva, las Escrituras necesitan ser liberadas no sólo de las interpretaciones androcéntricas tradicionales, sino también de la tendencia degeneradoramente patriarcal de la cual están impregnados sus propios contenidos.


Teresa del Pilar Asunción, 14 de julio de 2008

1 comentario:

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Teresa del Pilar, muchísimas gracias por tu reflexión. Mmmm allí dices cosas bien importantes y profundas. El texto de Schussler Fiorenza no te deja igual, te despierta, te abre los ojos, te pone a caminar ¿verdad? Tu comentario suscitó también eso en mi, ¡gracias!!!