viernes, 11 de julio de 2008

Hace años, unos 15 años aproximadamente, cuando íbamos a descansar a Cloudcroft al Sur de Texas, en las tiendas del pueblo, me llamaba mucho la atención que estuvieran llenas de figuras, calendarios, fotografías, camisetas, bolsas…de lobos. Siempre ha sido un animal que jala mi interior, de ahí que la imagen sugestiva de los lobos es fuerza de atracción para quienes hemos intuido esa naturaleza íntima en nuestro ser. El hecho de contemplarlos es descubrir la fuerza, la penetración de su mirada que va más allá de lo que mira en la superficie, la cautela y viveza en sí mismo, el poderío de la manada, la defensa de los suyos, el atrevimiento de la protección, la elegancia de la intuición, la valentía a prueba de fuego, la inteligencia…atrayentes a morir.
Hay una frase en el libro Mujeres que corren con los lobos que me parece que retrata el estado actual de la mujer. “La mujer moderna es un borroso torbellino de actividad”, sí, llena de stress por todo lo que hace durante el día, meses, años…y que va cargando su cuerpo con una energía negativa que deja de ser ella misma, para ser alguien ajeno a su propia voluntad. “Se ve obligada a serlo todo para todos”, es madre, amante, hija, ama de casa, ejecutiva, empresaria, artista, esposa, compañera, confidente, maestra, consoladora, educadora, médica, …etc. muchos nombres complementarios que la identifican como la mujer al servicio de los demás. Y es hora de restablecer la antigua sabiduría.
¿Cómo restablecer la antigua sabiduría que está marcada en nuestra propia naturaleza humana? ¿Cómo dejar fluir, en medio de nuestro mundo interior ambivalente, la fuerza de la naturaleza que sana nuestro ser y nuestro entorno?
Creo y siento, mente y sentimiento unidos, son fuerza que me hace creer que como mujeres tenemos que recuperar a través de la contemplación y de ese sumergirnos dentro de nosotras mismas la sabiduría de la que hemos sido dotadas. Existen muchos senderos y cada una es responsable de buscar su propio camino virgen para llegar a ensanchar nuestro ser como grito del universo. Tenemos muchas capacidades y habilidades que explayar en los espacios internos que gritan libertad. Recuperar esa naturaleza natural, sabia e inteligente, que nos hace ser criaturas del Creador, siempre criadas, continuamente renovadas.
“Tenemos que esforzarnos para que nuestras almas crezcan de forma natural y alcancen sus profundidades naturales”. Esa es nuestra tarea, nuestra responsabilidad personal, la de recuperar nuestro ser para ofrecer un espacio de paisaje verde, empapado por la lluvia que refresca y garantiza la esperanza.
¿Continuamos leyendo…compartiendo…mirando a fondo como los lobos?
RE stj

2 comentarios:

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Hola RE, gracias por tu compartir y por tu invitación a desplegar el potencial de nuestra alma femenina. Estoy de acuerdo con lo que dices: leyendo a Pinkola se siente una llamada intensa a tener una mirada más profunda!!! Si, gracias por decírnoslo. Un abrazo.

mmrb dijo...

RE, gracias por este texto y por ser la loba que una vez juntó estos huesos casi muertos. No dejes de cantar tu historia, de mirar lo profundamente humano, y de escuchar con misericordia. Mónica