sábado, 12 de julio de 2008

Clarisa Pinkola

Hola a cada una y hola a José:
Voy a dejar, por ahora, mi compartir sobre el texto de Clarisa Pinkola, luego enviaré sobre el texto de Elisabeth Schüssler Fiorenza.
Agradezco mucho los comentarios que me antecedieron, me han iluminado y suscistado preguntas. Ya les contaré.

El libro de Clarisa Pinkola me lo había comprado estando en Chile y lo he traído conmigo a Paraguay con la expectativa de poderlo leer alguna vez. Tal es así que lo he dejado formando parte de la larga lista de espera hasta que, inesperada y afortunadamente, ha tomado prioridad sobre todos los demás. Y ahora me encuentro plenamente sumergida en sus páginas. Los caminos de la vida!

Es de esos libros que lees y que necesitas tener cerca. Que gusta para subrayar, tomar notas, sentir, pensar y conectar con la vida misma. Invita al análisis, a la revisión y la reflexión. Pero lo que más me atrae es que su lectura me desafía, me reconforta, me vincula con mis raíces mismas, con lo más genuino que hay en mí, con mis sombras, con mi profundidad, con mi “castillo interior”, con la esperanza, con la belleza, con aquello que realmente soy, etc.

Es un libro que habla de algo que está en el aire, todavía no fue dicho y necesita ser reconocido y verbalizado. Lo que no se verbaliza queda sepultado en las entrañas de la sombra desde donde la loba emite sus desconcertantes aullidos. Necesitamos tomar conciencia de nuestra faceta “lobuna” y guerrera, no como una contradicción, sino como un momento esencial de nuestra feminidad profunda.

No es posible obviar que el texto puede resultar al principio, y en determinadas partes, un poco difícil. Pero una vez que se le toma el hilo, sirve para compartir y sobre todo para vivir. Es cierto que un texto ni te resuelve la vida, ni siempre encontrarás en él las claves fundamentales para la existencia, pero sugiere, inspira, y a través de la seducción hace ver la realidad de otro modo, más ampliada según lo que cada cual lleva dentro.

El planteamiento de Clarisa Pinkola me invita a adentrarme en mi realidad de mujer, en su naturaleza “salvaje”, y desde sus raíces más interiores rescatar cierta parte vital que la tenemos desfigurada por una sociedad androcéntrica que pretende domesticarnos. En efecto, sus constantes esfuerzos por “civilizar” a la mujer y reducirla a unos parámetros de actuación patriarcal han ido dejándola sorda a los auténticos latidos interiores. Esta toma de conciencia es, pues, algo que me compromete en relación a las demás mujeres y varones.

Liberar nuestro ser femenino de la desfiguración secular y patriarcal es una tarea que urge. Un quehacer que está vinculado con la redención de todo aquello que tiene que ver con el espíritu lúdico, lo instintivo, las relaciones, los sueños, con la aguda capacidad perceptiva y afectiva, la sabiduría, la intuición, la creatividad… Actitudes todas ellas ocultadas por una ideologización masculinizante que tergiversa y enajena su identidad verdadera.

“Cuando una mujer se aparta de su fuente básica, queda esterilizada, pierde sus instintos y sus ciclos vitales naturales y éstos son subsumidos por la cultura o por el intelecto o el ego, ya sea el propio o el de los demás”. (Clarisa Pinkola, p. 9).

En la introducción Clarisa Pinkola afirma que la mujer moderna ha llegado a creer que tiene que ser todo y para todos, para lo que ha dado la espalda a la mujer salvaje que sin duda sigue escondida en su interior. El camino para descubrirla es difícil y no acaba nunca, dura toda la vida, y entre otras cosas, porque no hay objetivos concretos que alcanzar o modelos a emular, sino que cada una podemos rescatar ciertas capacidades ignoradas o habilidades minusvaloradas, que no tenemos en cuenta, y que potenciándolas llegaríamos a vivir de un modo más conforme con nosotras mismas.

“Una mujer sana se parece mucho a una loba: robusta, colmada, tan poderosa como la fuerza vital, dadora de vida, consciente de su propio territorio, ingeniosa, leal, en constante movimiento.” (Clarisa Pinkola, p. 11). Ante esta expresión de la autora no puedo sino dejar de ver en Santa Teresa de Jesús el prototipo de mujer lobuna, aguerrida, subversiva, inconformista, apasionada, intuitiva, sabia, de gran fuerza y resistencia.

Ella me ha enseñado con su experiencia de vida que los mundos interior y exterior no siempre son lugares placenteros, pues los agentes devastadores siempre están al acecho que nos llevan a poner en marcha constantemente nuestra capacidad de intuición, sabiduría y discernimiento para conjurar y neutralizar sus influencias negativas.

Teresa de Jesús es para mí como una madre loba de quien recibo lecciones, entre otras muchas cosas, acerca de los depredadores como, por ejemplo: si es amenazador y más grande que yo, debo huir; si es más débil, decidir qué es lo que quiero hacer; si está enfermo, lo dejo en paz; si tiene puntas, veneno, colmillos o garras afiladas, retrocedo y me alejo en dirección contraria; si huele bien, pero está enroscado alrededor de unas mandíbulas de metal, paso de largo.
Teresa del Pilar


3 comentarios:

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Teresa, muchísimas gracias por tus palabras. Oye, me fascinó el hecho de que compares a Santa Teresa con una mujer que ha cultivado su ser ¡femenino, salvaje y lobuno!!! Te cuento algo, cuando comencé a leer a Clarissa, me asustó su lenguaje, sus planteamientos tan distintos a lo escuchado hasta ahora, y sentí la necesidad de releer a Santa Teresa simultáneamente. Ambas se han convertido para mi en dos mentoras, dos maestras en mi camino de auto conocimiento. Gracias por tu aporte.

@CruzCoaching dijo...

Gracias por la entrada y comentario, un libro fantástico que nos adentra en la esencia de mujer que todas llevamos dentro ;D

Gratísimo fue encontraros por casualidad :)

un abrazote. Mari Cruz

Nancy Olaya Monsalve dijo...

Hola Mari Cruz, rico también para nosotras el que visitarás nuestro blogs. Entré en el tuyo y me gustaron algunos de los blogs que sigues. Un abrazo.